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Entrega Especial: Día Mundial de la Anticoncepción, 26 de septiembre 2018

Cada 26 de septiembre, desde 2007, se celebra el Día Mundial de la Anticoncepción, por iniciativa de una coalición integrada por 17 organizaciones de carácter médico, gubernamental, no gubernamental y de cooperación internacional - entre ellas, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, con un objetivo común: que cada uno de los embarazos que ocurre en el mundo sea planeado. 

Para las adolescentes de América Latina y el Caribe, esta situación está lejos de ser una realidad. Si bien en nuestra región la tasa de fecundidad general en las mujeres ha ido disminuyendo en las últimas décadas, para aquellas entre 15 y 19 años el embarazo ha ido en aumento, llegando nuestra región a tener la segunda mayor tasa del mundo. Es aún más preocupante la tendencia ascendente de los embarazos en las niñas menores de 15 años, fenómeno que pareciera ser único de nuestra región.

En total, 2 millones de niños nacen de madres adolescentes en América Latina y el Caribe, lo cual corresponde al 15% de todos los embarazos registrados. 

Estas jóvenes suelen ser las más pobres, con menor nivel educativo, y de comunidades indígenas y afrodescendientes.

Muchas de ellas quedan embarazadas luego de dejar la escuela o se ven obligadas a hacerlo debido a su embarazo, lo cual afecta sus oportunidades educativas y laborales futuras, poniendo en riesgo su seguridad económica y su capacidad para participar en la vida pública y política.

Como resultado de ello, las madres adolescentes son más vulnerables a la pobreza y a la exclusión social.

En este contexto, el embarazo en la adolescencia contribuye a mantener los ciclos intergeneracionales de pobreza, exclusión y marginación, pues los hijos e hijas de madres adolescentes tienen también mayor riesgo de pobreza. En cuanto al embarazo, muchas hijas de madres adolescentes, luego son madres adolescentes ellas mismas.

Por ello, el objetivo más importante para el desarrollo de las adolescentes en nuestra región es la reducción del embarazo no planeado.

El impacto negativo del embarazo en la adolescencia sobre el desarrollo - de las personas y de los países, en general - ha sido reconocido en compromisos internacionales como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente (2016-2030) y el Consenso Regional sobre la Población y el Desarrollo (Montevideo, 2013), en los cuales se insta a lograr el acceso universal a los derechos y a servicios de salud sexual y reproductiva que reduzcan los embarazos no planeados, los abortos inseguros, la mortalidad materna y la infección por VIH/Sida para todas las mujeres.

Para que esto suceda, es esencial que las y los adolescentes accedan a una amplia gama de métodos anticonceptivos, en el marco de estrategias integrales de educación para la sexualidad y de servicios de salud amigables para jóvenes, que les permita tener posibilidades reales de prevenir un embarazo no deseado y una infección de trasmisión sexual. Sin acceso efectivo a anticonceptivos confiables y modernos, el embarazo seguirá siendo el destino de muchas adolescentes de la región.

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), aumentar el uso de anticonceptivos es una de cinco acciones clave para reducir el embarazo adolescente en el mundo, junto con las siguientes: limitar el matrimonio antes de los 18 años, crear programas multisectoriales para reducir los embarazos antes de los 20 años, reducir las relaciones sexuales bajo coacción y reducir el aborto en condiciones peligrosas.

Para el caso de las menores de 15 años, se ha observado una importante asociación entre embarazo y violencia sexual, relaciones bajo coacción y matrimonios o uniones tempranas.  En la mayoría de los países de la región, tener relaciones sexuales con una menor de 15 años constituye un delito. A pesar de esto, muchas de estas relaciones son normalizadas y ocultadas, y muchas no conducen a denuncia alguna o judicialización del agresor.

Para mayor gravedad, la falta de acceso a la información, educación, y la anticoncepción incluida la anticoncepción de emergencia, y la persistencia de marcos legales que condicionan al aborto inseguro y consecuencias adversas, fuerzan a estas niñas a la maternidad, lo que causa grave daño a su salud física, psíquica y emocional, así como a sus oportunidades de desarrollo.

Según Esteban Caballero, Director Regional de UNFPA para América Latina y el Caribe, “reducir el embarazo adolescente implica asegurar el acceso a métodos anticonceptivos efectivos, incluida la anticoncepción de emergencia. La falta de información y el acceso restringido a una educación sexual integral y a servicios de salud sexual y reproductiva adecuados tienen una relación directa con el embarazo adolescente”.

UNFPA y otras organizaciones de Naciones Unidas como la OPS/OMS y UNICEF, proponen siete acciones prioritarias para acelerar la reducción del embarazo en adolescentes en América Latina y el Caribe:

  1. Hacer visible el fenómeno del embarazo en la adolescencia: sus causas y consecuencias en la vida de niñas y adolescentes, mediante datos desglosados, informes cualitativos e historias reales.
  2. Diseñar intervenciones dirigidas a los grupos más vulnerables: niñas y adolescentes con bajos ingresos y nivel educativo, de origen indígena y afrodescendiente, de acuerdo a su realidad.
  3. Asegurar que la población adolescente participe en el diseño, ejecución y seguimiento de las intervenciones estratégicas.
  4. Abandonar las intervenciones ineficaces e invertir los recursos en aquellas que han sido exitosas.
  5. Trabajar juntos - gobiernos, sociedad civil, academia, cooperación internacional y adolescentes - para ofrecer soluciones a las causas del embarazo en adolescentes en América Latina y el Caribe.
  6. Pasar de pequeños proyectos minoritarios a programas sostenibles en gran escala.
  7. Crear un entorno favorable para la igualdad entre sexos y la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las adolescentes.

En síntesis, la prevención y reducción del embarazo en adolescentes contribuirá a mejorar la salud y el desarrollo de las adolescentes, así como la supervivencia, la salud y el bienestar de sus hijos y así de sus comunidades y sociedades. Garantizar el acceso oportuno y efectivo a anticonceptivos permitirá hacer realidad el derecho reproductivo de “elegir libremente si se es o no madre, el número de hijos y el espaciamiento entre ellos”. Sin métodos, la realidad de las adolescentes seguirá acechada por el fantasma de una maternidad no planeada.