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CIUDAD DE GUATEMALA, Guatemala - Hasta que Alma Odette Chacón cumplió 14 años, llevó una vida feliz, relativamente tranquila, como la mayor de seis hermanos en una familia de la Ciudad de Guatemala.

Sus padres valoraban la educación y enviaron a sus hijos a una escuela jesuita. Cuando pensaba en el futuro, Alma imaginaba que sería profesora, como su madre, o contable como su padre. Lo que sabía con seguridad era que quería ayudar a los demás.

Su vida cambió súbitamente la noche en que su madre fue al hospital para dar a luz a su séptimo hijo. Nunca volvió. Si bien todos los partos anteriores de su madre habían sido normales, esta vez algo salió mal.

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El mundo de Alma se derrumbó. “Fue muy difícil”, dice. “De repente, se pierde la pieza fundamental de la familia, y cada uno sigue su propio camino”.

Antes de la muerte de su madre, Alma siempre había sido una de las mejores estudiantes de su clase, pero ahora no podía mantener sus buenas notas. Su padre estaba ausente la mayor parte del tiempo y, finalmente, su madrastra la echó de casa.

Un año después de la muerte de la madre de Alma, un terremoto de magnitud 7,5 mató o hirió a 100,000 personas cerca de la Ciudad de Guatemala y desplazó a másde 1 millón. Preocupada por la situación de los desplazados, Alma empezó a ayudar a los sobrevivientes.

Poco después, su escuela la patrocinó para impartir clases durante un mes en una comunidad indígena quiché. Asegura que aquellas dos experiencias con personas marginadas y afligidas, en su mayoría mujeres indígenas, fueron esenciales para adquirir un compromiso de por vida con la justicia social.

Entre los 20 y los 30 años, temiendo ser arrestada por su participación en política, dejó Guatemala para instalarse en México, donde cursó estudios de comunicación. Allí, conoció una manera más libre de vivir y descubrió el feminismo.

Para ganarse la vida tuvo distintos trabajos: limpieza, asistente de producción y secretaria de un centro de derechos humanos, entre otros. A mediados de la década de 1990, Alma viajó por América Central y ayudó a la organización de una reunión regional sobre los derechos de las mujeres. Este trabajo impulsó su participación en el movimiento de las mujeres y su comprensión de la salud y los derechos sexuales y reproductivos como eje central de un desarrollo más amplio.

Actualmente vive de nuevo en Guatemala y trabaja desde hace varios decenios con Terra Viva, una organización sin fines de lucro centrada en estas cuestiones. Desde esta óptica, observa grandes cambios en las actitudes de las mujeres, especialmente en las comunidades indígenas: “Las mujeres ahora saben con toda claridad que tienen derechos y que deben tener el poder de decidir sobre sus cuerpos”.

Foto: UNFPA/Rizzo Producciones