Desde pequeño, se nos dice constantemente que ser hombre es "darnos a respetar", "tener valor y resistencia", "no mostrar debilidad ni sensibilidad", "representar", y usar la fuerza cuando sea necesario para que se nos reconozca.
Los límites del uso de la fuerza no son siempre claros. Recibimos mensajes contradictorios y un tipo de educación que nos conducen a no saber gestionar nuestras emociones como la rabia, ira, tristeza, frustración, que nos lleva a actitud de agresividad.
Pero, ¿Ser hombre puede ser algo distinto?