Toda niña tiene el derecho a hablar y a ser escuchada.
Hoy, en este Día Internacional de la Niña, comprometámonos a escuchar, y hacer escuchar, las voces de las niñas.
Con demasiada frecuencia sus voces son silenciadas en los hogares, en las escuelas y en el ámbito público. Para millones de niñas en el mundo, ese silencio se impone a través de la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y otras prácticas nocivas. Esas prácticas no sólo violan la integridad y la autonomía corporal de una niña; le roban la confianza y la capacidad para tomar decisiones informadas acerca de su vida.
Suceden en un momento. Sus consecuencias duran toda una vida.
Y están teniendo lugar en este mismo instante, en medio de la pandemia de COVID-19. Un estudio llevado a cabo por el UNFPA y diversos socios muestra que la pandemia podría traducirse en 13 millones de matrimonios infantiles y 2 millones de casos de mutilación genital femenina de aquí al 2030, de manera adicional a los millones de casos que ya se esperaba que tendrían lugar. El embarazo en la adolescencia está aumentando. Las niñas que se encuentran en situación de confinamiento y no están asistiendo a la escuela son altamente vulnerables a esas situaciones perjudiciales.
Con la Agenda del Desarrollo Sostenible como nuestra guía, necesitamos hacer un mejor trabajo para asegurarnos de no dejar a las niñas atrás. No podemos permitir que la crisis actual trastoque el futuro de toda una generación. Redoblemos nuestros esfuerzos con miras a un mundo con igualdad de género, en el que toda niña tenga el poder de tomar decisiones informadas acerca de su cuerpo y su vida. Si cuenta con las habilidades y el conocimiento adecuados, y está acompañada por un hogar en el que impere la paz, una escuela segura y una comunidad que le brinde su apoyo, además de la protección de la ley y las instituciones encargadas de garantizar sus derechos, tendrá las herramientas necesarias para salir adelante.
A medida que las adolescentes efectúan la transición de niñas a mujeres, su salud y sus derechos sexuales y reproductivos adquieren una relevancia todavía mayor. Con la capacidad recién descubierta para tomar decisiones acerca de sus cuerpos, sus vidas y su mundo, y el deseo de hacerlo, están alzando la voz para expresar sus necesidades y sus sueños. Es hora de escucharlas.