Cada niña tiene una visión de lo que desea para su vida. Es necesario apoyar y proteger ese sueño durante el transcurso de sus vidas.

Sin embargo, para millones de niñas, la adolescencia es una etapa en que las puertas se cierran de golpe.

La transición gradual a la adultez se ve afectada cuando el embarazo a temprana edad o en la adolescencia, la violencia de género o las prácticas nocivas como el matrimonio infantil y la mutilación genital femenina— las privan de su capacidad de tomar decisiones y ejercer derechos fundamentales. La pobreza, los conflictos prolongados y la fragilidad crónica exacerban estos riesgos.

Las adolescentes entre 15 y 19 años de países de ingreso bajo y medio tienen 21 millones de embarazos al año, de los cuales casi la mitad son no intencionales. Para muchas de estas niñas, esto no solo significa la limitación de sus libertades, sino la interrupción de sus planes a futuro. Las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto figuran entre las principales causas de muerte de las adolescentes a escala mundial.

El mes pasado, los y las líderes mundiales firmaron un pacto global con compromisos para desmantelar la desigualdad de género y hacer frente a las vulneraciones que esta exacerba, las cuales frenan las aspiraciones de las niñas. Reconocieron que la paz y la prosperidad de nuestro futuro común dependen de la capacidad de las adolescentes para ejercer sus derechos humanos y alcanzar su pleno potencial.

Cuando las adolescentes gozan de buena salud, reciben educación y se las empodera con habilidades y oportunidades para construir un futuro brillante, ellas y sus hijos e hijas —si deciden tenerlos una vez llegada la edad adulta— tienen más posibilidades de lograr una vida mejor.

Las adolescentes, que suman 600 millones en todo el mundo, tienen la capacidad de transformar su futuro, el de sus comunidades y el del conjunto de la humanidad.

En este Día Internacional de la Niña, y todos los días del año, trabajemos para eliminar todas las barreras que impiden a las adolescentes alcanzar su pleno potencial y atendamos sus demandas para que puedan vivir en paz, disfrutar la libertad y determinar el curso de su propia vida.

Las adolescentes tienen una visión clara del futuro que desean. Ayudemos a lograr este futuro: unámonos a ellas eliminando las barreras de su camino.