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La autonomía corporal consiste en tener el poder y la capacidad de decidir sobre nuestros propios cuerpos y futuros, sin violencia ni coacciones. Esto incluye decidir si queremos mantener relaciones sexuales, cuándo o con quién. Incluye decidir si queremos quedarnos embarazadas, cuándo o de quién. Significa la libertad de acudir a un médico cuando sea necesario. Sin embargo, las mujeres y las niñas —y, de hecho, todas las personas— sufren limitaciones en su autonomía corporal. Las consecuencias para su salud, bienestar y potencial en la vida pueden ser devastadoras. El derecho a la integridad corporal, en virtud del cual las personas pueden vivir sin experimentar actos físicos a los que no dan su consentimiento, es indisociable del derecho a la autonomía corporal.